Acompañantes terapéuticos, esos desubicados
Acompañantes terapéuticos, esos desubicados
Acompañamiento Terapéutico... es correcto el orden de ésta denominación. No es una terapia de acompañamiento. Primero es acompañamiento ... luego, por sus efectos, se verá o no, si fue terapéutico. Efectos las más de las veces constatables, otras veces imperceptibles, y en ocasiones, dudosos. Este difuminado en sus efectos, afirma nuestra posición de acompañantes, pero hace resbaladizo nuestro accionar terapéutico. Cada uno sabrá por su experiencia, por su práctica, lo trabajoso de transformar nuestra labor, en terapéutica. Ocurre alguna vez, que corroboramos los efectos benéficos, algún tiempo después de terminado el acompañamiento. En ésta época donde se le exige a los sujetos rendimiento instantáneo, minuto a minuto, nuestros resultados terapéuticos se desplazan en el tiempo.
Este desfasaje en el tiempo de constatación terapéutica, torna inubicable nuestra acción. Sabemos que tal psicofármaco actúa 4 horas después de su ingesta, o que otro medicamento en un 75% de los casos produce efectos parkinsonianos. Pero nosotros, acompañantes, no podemos prometer tal exactitud en los cálculos de resultados. Somos desubicados temporales.
Acompañantes terapéuticos puros, estudiantes de psicología devenidos en acompañantes, psicólogos acompañantes, laborterapistas acompañantes, musicoterapeutas acompañantes, cuidadoras acompañantes, arteterapistas, cognitivo-conductistas, humanistas, lacanianos, integradoras, promotores de salud, promotores de subjetividad, asistentes, auxiliares, estimuladores, ... todos acompañantes!!! ¿Quienes están en la gran caja del AT? ¿Cuantos hay dentro?. Hagamos lo que hagamos ¿somos todos lo mismo? ¿Quién puede asegurarlo?Difíciles de ubicar en cuanto a formación. Como se ve, nuestro humilde saber hacer de acompañantes, muchas veces va pegadito, paralelo o por fuera de otras prácticas y discursos. Siempre al margen. Desubicados.
El AT nació como una necesidad del discurso médico psiquiátrico, al margen, al lado. Nos hicimos cargo de aquello con lo que el médico ya no podía. Lo cotidiano.
Si desde aquel entonces se habla de encontrar coordenadas para recortar nuestras especificidades e incumbencias, es porque somos difíciles de ubicar en el mapa de las prácticas. Nacimos desubicados.
¿Esto de la desubicación de los acompañantes es una crítica? De ningún modo. Justamente, en parte, es lo que nos permite cierta soltura, cierta artesanía creativa. Poder caminar en zigzag entre los diferentes discursos y prácticas, entre los diferentes encuadres, entre los diferentes casos.
Las tentaciones
Pero ser desubicados, con el tiempo, con la proliferación de la desubicación cada vez más grande en número, trajo como efecto, angustias y tentaciones. La desubicación es el lugar por excelencia para las tentaciones de ubicarnos. El tiempo trajo la tentación de encontrar alguien o algo que nos ubique. Como una Ley general para el AT. Se le pide al poder de turno, al legislador, que nos ubique. Y si hay algo que justamente no le gusta a los poderes, son los desubicados. Pero,¿como armar un grupo con los desubicados? ¿donde nos ponen?. No es una crítica. Solo es la constatación de un fenómeno: al agujero de la desubicación viene a llenarlo el grito de ¡¡¡Que alguien nos ubique, nos reconozca y nos regule!!! ... queremos saber donde estamos parados!!!. Es para tenerlo en cuenta. Cada vez que detectamos un agujero, un vacío, se torna insoportable, angustiante, y surge la urgencia de taparlo o la exigencia de que alguien lo haga por nosotros. Solo es cuestión de tiempo y de número. Teníamos que ser numerosos, es una cuestión matemática. Pasa en todos los ámbitos. Cuando afloran las contradicciones del grupo, que no es otra cosa que un agujero en el ceno del mismo, urge taparlo.
Otra tentación que se posó al rededor del agujero de la desubicación, fue la de los oportunistas, farsantes y simuladores: cursos, cortos, largos, tecnicaturas, tres meses, seis meses, dos años, con la promesa de títulos oficiales, cuando no lo eran. Y también está la tentación de tener una currícula estandarizada, igual para todos, uniforme. Simulacros de formación, que dan la idea de algo sólido, ...suelo firme para los candidatos a desubicados.
Evidentemente, el territorio del AT necesita una señalización para cada caso, siempre fue así. Uno puede constatarlo en la práctica diaria. Un día tomamos dirección hacia la izquierda y a la semana ya estamos girando a la derecha. Señalización que va mutando caso por caso. Y son los casos parte de nuestro GPS. Nuestra errática ubicación nos viene del caso, del equipo, de la supervisión y de la táctica en el momento de decidir.
Y también, hay que decirlo, la ubicación nos viene del agujero con el que volvemos a toparnos en cada acompañamiento. Vacío que va desde la más simple soledad y el dolor de existir, hasta el vacío estructural que en los padecimientos mentales graves siempre acechan a la vuelta de la esquina. Agujero que se tapona muchas veces con angustia, alucinaciones, pasajes al acto o delirios por parte de nuestro acompañado/a, con medicación por parte del médico, con el desentenderse muchas veces por parte de la parentela. Nosotros no estamos para taponarlo. Por lo general, acompañamos en la travesía de rodear su circunferencia, medir la distancia, alejarnos, vallar el perímetro, señalizarlo. A veces con palabras, a veces con silencios, a veces poniendo el cuerpo.
Si realmente nos quieren ubicar, nos encontrarán siempre cerca del agujero. Está un poco oscuro por aquí.
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