ESTUPEFACCIÓN Y AT
ESTUPEFACCIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO
Por Daniel Katz
Acompañante Terapéutico
“La ciencia no puede resolver el último misterio de la naturaleza. Y eso se debe a que, en última instancia, nosotros mismos somos una parte del misterio que estamos tratando de resolver.” Max Planck
La estupidez nos alcanzó. Estamos estupefactos. La pandemia nos sorprendió a todos. Nos despertamos de golpe con la noticia de que la naturaleza no responde, actúa en silencio, invisible. Solo actúa, ...sin avisar, ... no tiene nada para decirnos. Es que seguíamos soñando, inmersos en el antiguo paradigma de la ciencia, en el de Galileo, donde la naturaleza estaba escrita en caracteres, en leyes y fórmulas a la espera de ser leídos. Si todavía miramos la hora en nuestro celular, si todavía le preguntamos a alguien que pasa por la calle ¿que hora es?, es porque seguimos soñando en el paradigma de Newton, donde la naturaleza se podía prever. Justamente, la ciencia se jactaba de ser previsora, de anticiparse a los hechos. Seguramente, la naturaleza se tornaba previsible, mientras no se la tocaba tanto, mientras no se la manoseaba obscena e impúdicamente. Mientras no se la maltrataba y no se le pedía más de lo que podía dar, ... había un diálogo posible entre la naturaleza y la humanidad. Humanidad que todavía conservaba algo del orden del humus del que proviene.
Pero sonó el despertador!. Aunque estamos en el siglo XXI, despertamos un siglo antes, en el siglo XX. No sabemos si es tarde o temprano, pero es de noche. Es hora de la incertidumbre y del azar. Entramos derechito y de golpe en la era Max Planck, aquel físico que dijo que “La ciencia es la progresiva aproximación del hombre al mundo real.” Nos estamos aproximando. Ya nos desayunamos con la noticia: lo real no habla, no tiene ninguna historia para contarnos. Incluso, es impensable. Es una voluntad sin palabras, no saluda, no se presenta. Solo traspasa la materia (que dejó de ser sólida hace tiempo), cruza el molinete sin pagar boleto, muta, permuta, se transforma, se instala y modifica la biología de nuestra especie. Si podemos decir algo de ello, nuestras palabras llegarán irremediablemente tarde, ... aunque en breve se descubra la vacuna, lo real nos perforó para luego esconderse nuevamente, sustraerse a lo visible hasta nuevo aviso. Nos queda la esperanza de salir diferentes, cambiados, conmovidos como sujetos. Cuando lo real que no habla pasa como un cometa, no lo hace sin sucitar preguntas en nosotros.
¿Qué experiencia tenemos los Acompañantes Terapéuticos sobre todo esto? ¿Estamos preparados para aquello que no tiene nombre ni palabras?
Pienso que todos nosotros hemos pasado muchas veces, en especial los que nos dedicamos al campo de las patologías graves en salud mental, por la experiencia silenciosa, del padecimiento de una angustia insoportable, por parte de nuestro acompañado/da, y que los paraliza. Angustia que no le significa nada, inarticulable, carente de nexos significativos, ... experiencia en que muchas veces solo podemos intervenir con lo último que nos queda, nuestra presencia incondicional, estando en silencio al lado de ellos. Angustia que muchas veces muestra (al acompañado y al acompañante) su faz temporal: ambos sabemos que llega y solo tenemos que esperar que pase. Le tomamos el tiempo. Cada caso es diferente, contingente.
También los Acompañantes Terapéuticos, solemos desentendernos del diagnóstico psiquiátrico, para entrar en una experiencia sin previsibilidad, sin saber articulado, sin etiquetas ni recetas. Nos dejamos sorprender (siempre dentro de las cuatro paredes que miran al exterior: el encuadre, la estrategia de equipo, la supervisión y nuestro olfato táctico) y vamos construyendo de a poco, con nuestro acompañado/da, lo por-venir. Vamos poniendo y buscando nombres a lo que no lo tenía.
El sufrimiento y el dolor silencioso del otro, es otra cara de lo real que no habla, que potencian el enigma al que nos vemos enfrentados en cada Acompañamiento.
Que nos dejemos sorprender, que estemos fogueados para que algo nos tome de sorpresa y soportarlo, habla de nuestra aptitud para que cada tanto, nos percatemos de la distancia que hemos logrado con respecto a nuestra identidad, a lo idéntico, al paradigma de sentido común que nos domina y compartimos con los otros. Con cada Acompañamiento, nos despertamos en medio de la noche... no nos reconocemos en el otro... el otro no se reconoce en nosotros, pero juntos vamos arrojando algunas luces en el camino, siempre a la espera de producir nuevas significaciones, parciales, provisorias, que nos recuerdan permanentemente que el mundo no cabe en una fórmula, en un paradigma, en el lenguaje. Que el mundo no cabe en lo significable, en lo formulable, quiere decir que hay un resto que queda afuera. Ese resto mudo, que no nos quiere decir nada ni se anuncia, y que se parece bastante al mundo real de Max Planck, es lo que nos mantiene despiertos un tiempo, en la incertidumbre, el azar y la contingencia ... a los AT.
Daniel Katz
Acompañante Terapéutico
Facebook: Daniel Katz Acompañante Terapéutico
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Daniel Katz es:
-Miembro del Equipo de Acompañantes Terapéuticos del Lic. Gustavo Rossi
-Trabajó en APBA (Asociación de Psicólogos de Buenos Aires)
-Estudió formación psicoanalítica en el Hospital de Salud Mental Ameghino
-Estudió Acompañamiento Terapéutico en Acto Terapéutico
-Estudió Acompañamiento Terapeútico en Facultad de Psicologia UBA
Que placer leerte!
ResponderEliminarEstimada Nora! muchas gracias!!!! me alegra mucho tu comentario.
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